SEGUNDA PARTE
Dentro de la cultura
musical afroamericana encontramos el primitivo spiritual, que forma parte de un
concepto musical enraizado en el
espíritu del esclavo africano, que fue con el tiempo ensamblado con letra y la
música de los himnos de la tradición religiosa europea que en fase posterior fueron
mezclados con instrumentos musicales; a finales del siglo XVIIII, el spiritual
se da a conocer con el nombre de Góspel, al tocar las raíces de estos
espirituales, encontramos hechos sucedidos en el periodo de la esclavitud, que
forman parte de la historia que inspiraron a muchos cantores que contribuyeron
con la creación de parte de la cultura musical Afroamericana. Lo que conocemos como espiritual, en su fase
más primitiva forma parte de la misma identidad africana. La
enseñanza de la historia y de pasajes religiosos, es llevada a cabo en
regiones de África, por grupos de cantores que van narrando los hechos, llenos
de emotividad y espontaneidad entre las distintas congregaciones. El concepto fundamental
de los spirituales, es el del llamado y respuesta; es el concepto fundamental
de los espirituales: Una voz líder es rotada dentro del grupo de manera que
cada uno dé su mensaje; “se puede percibir la idea de que cada quien anda a su
manera, pero esto es parte de la estética africana, es la heterofonia, creada
sonando distintos tonos a la vez; exponiendo con cada voz de los participantes
una variante del tema”. Los contadores de historias llamados jeti que es el
equivalente al vocablo francés griott, van narrando los pasajes históricos de
generación en generación. Los cantores
narran pasajes bíblicos y las historias de sus héroes cumpliendo la función del
historiador comunal o tribal.
Traídos de diferentes tribus y regiones, hablando
distintos dialectos, durante la esclavitud la única manera posible en que se
podían comunicar los negros era través del canto y los tambores. Transcurrido algún tiempo, esta actividad de
comunicación oral entre los esclavos, de trascendental importancia, les fue
prohibida por los esclavistas, quienes sentían temor a las fugas y rebeliones,
que se podían producir, al utilizar esta forma de comunicación. Estos señores blancos no podían imaginarse
que no les seria tan fácil romper el vínculo entre la vida del negro y la
música. Censurarle a un negro su estilo de expresión musical, característica de
la cultura africana, es como arrancarle el alma que es el lugar donde guardan
su música, aunque los esclavistas aseguraban que estos negros no tenían alma.
Significativamente el elemento cultural que más contribuyo en la preservación en
la vida del negro fue su música. Estos
señores blancos no podían imaginar que no les era tan fácil romper el vínculo
entre la vida del negro y la música.
Reducidas las posibilidades de tener acceso al tambor el esclavo, crea
una nueva e ingeniosa herramienta de comunicación, que consiste en pisar sobre
una superficie dura de forma continua y rítmica; dando paso, de esta manera, a
una primigenia danza conocida hoy como Tap Dance.
Desde el Mississippi hasta la calle Rampart
Las notas de un saxofón me llevan hasta el moonwalk, pequeño paseo de
madera ubicado en la orilla izquierda del Mississippi. Con
el pie izquierdo descansado sobre uno de los gruesos postes que sirven de
soporte a la estructura de este fresco lugar construido de sólidas y resistentes
maderas, ejecuta fragmentos de melodías conocidas. Con algo de precaución me aproximo, una gran
parte de estos músicos ambulatorios se sienten mejor cuando las personas se les
aproximan a escuchar cortas inflexiones de Jazz y luego se retiran dejando
algún reconocimiento en metálico.
Nobles almas migrantes que en el discurrir de sus trotamundas vidas no
logran atravesar el umbral de los grandes escenarios reservados solo para unos
pocos escogidos. Artistas de mucha dedicación y entrega a su arte publico, que
al igual que los grandes muralistas de las grandes ciudades, sirven al deleite
del caminante urbano. Sin tocar la cámara busco el punto visual más
conveniente, entonces lo observo a través del visor de la cámara con la misma
angustia que siente el cazador por temor de no poder realizar el disparo antes
de que escape la presa, es el segundo maravilloso en que tu no estás, solo está
él, solo está el objetivo, la emoción del momento, la belleza, la historia, es
el pequeñisimo momento en que todo desaparece del entorno, es el momento de la
transposición de la realidad del color, al blanco y negro, es lo mágico que desaparece después que
cierra el diafragma de la cámara. Feliz me retiro del lugar dejando atrás las
monedas de cortesía y el Mississippi, el mismo que inundo la ciudad un año
después de su fundación en 1718 y luego de 1835 a 1927, la inundo por
nueve ocasiones más. Cruzo el Riverfront
Streecar y Decatur hacia el French Quarter. Justo al cruzar Chartres hacia la Cadetral San Luís miro
hacia el oeste la esquina que se forma con San Luís donde se construyo The
Girod House, popularmente conocida como la casa de Napoleón construida en 1814
por el alcalde de la ciudad Nicholas Girod con el propósito de refugiar a
Napoleón Bonaparte, que según la historia, este iba a ser rescatado de Santa
Elena y traído a Nueva Orleáns pero Napoleón murió antes de que se concretara
el plan de traerlo hacia estos espacios bien cuadriculados de calles decoradas
con la belleza de sus balcones que se preñan de erotismo y sensualidad en
fiestas de carnaval. En la Plaza
de Armas, rebautizada en 1851 en honor del general Andrew Jackson, héroe de la
batalla de Nueva Orleáns, apreciamos la estatua del héroe montado en su caballo
parado en dos patas, sostenido este solamente en las patas traseras. Al frente está la Catedral St. Louis
con su pequeño jardín en la parte de atrás hacia la vieja calle Royal lugar de
múltiples galerías de arte y tiendas de coleccionistas de piezas de la guerra
de secesión. Justamente detrás de la catedral St. Louis se forma la esquina de
la calle Royal y la calle Orleáns bautizada así desde la fundación de la
ciudad. En su extensión cruza la calle
Bourbon que era parte de la ruta del Tranvía 832 que tomo notoriedad cuando el
dramaturgo Tennessee Williams escribió el éxito de Broadway Un Tranvía llamado
Deseo. Al final de la calle Orleans se cruza con la calle Rampart que en su
principio forma esquina con la calle Perdido.
Cuentan los narradores de historia de la Cressent City que muchos negros
que vivían del otro lado de la ciudad en días Domingos y días de fiestas se
iban por un camino que llamaban perdido que cruza Rampart así llegaban por esta
vía hasta las periferias de la ciudad; y era de nombre perdido, aquel camino,
hoy calle Perdido, porque los negros que tomaban esta ruta no regresaban muy a
menudo al adentrarse en la vida nocturna de los bares de la ciudad. Hay un número de jazz que escribió el
trombonista Puertorriqueño Juan Tizol que tocaba con la banda de Duke Ellington
titulado Perdido: Este tema existe vinculado al recuerdo de aquel lugar. Cuando
estos negros se perdían por este camino hasta llegar a Rampart, encontraban en
el lateral derecho de la calle una zona conocida como Storyville que fue el
distrito de luz roja donde en los bares los asistentes eran deleitados con la
música de maestros de la talla de Tony Jackson, Jelly-Roll-Morton Alfred
Wilson, Albert Carron y también San Davis.Pero en el lateral opuesto de Rampar
hay una extensión de terreno que ha sido bautizado como parque Louis Armstrong.
Hay en este parque una gran estatua de Satchmo, sosteniendo en la mano
izquierda su trompeta y en la mano derecha el clásico pañuelo, adyacente a la
estatua está el Nacional Black Music Hall of Fame and Jazz Museum, pero en el extremo superior del parque existe
un área con una hermosa vegetación de nobles árboles centenarios. Al amparo de
la noble sombras que ofrecen estos árboles, personas de distintas procedencias
actúan para mantener vivo el recuerdo de hechos acontecidos en el lugar, aunque
distantes en el tiempo, recogemos día a día una herencia venida de aquellos
acontecimientos que nos llega hasta la parte más profunda de nuestro ser. Algunos
llegaban de geografías distintas trayendo pesados tambores, otros de la
geografía americana y los más cercanos veníamos del Caribe, pero todos con el
único propósito de tocar los tambores en Congo Square, el lugar donde empezó
todo.